Autora: Diana Sánchez, Psicóloga perinatal y sexóloga.
Coordinadora del Grupo de Psicología Perinatal del Colegio Oficial de
Psicólogos de Madrid.
Publicado originalmente en: Revista El Mundo de Tu Bebé, Nº
227
El embarazo después de una pérdida temprana producida por un
aborto espontáneo es quizá uno de los momentos del ciclo vital de la mujer en
el que más ansiedad, miedo, inseguridad y falta de control va a sentir.
Paradójicamente, las mujeres que viven esta realidad están muy poco arropadas y
acompañadas, tanto por sus familias como por el sistema sanitario y el entorno
social. Es algo frecuente, pero no se habla de ello. Es un tema tabú.
Cuando nos quedamos embarazadas por primera vez, ponemos en
ello todas nuestras energías. Lo vivimos con ilusión y algo de incertidumbre;
saber que albergamos a un bebé en nuestro útero nos llena de una vitalidad y
alegría desbordantes que prácticamente nunca antes habíamos experimentado.
Habitualmente, este primer embarazo se vive como la subida a
una nube. Creemos que se nos nota a simple vista la sonrisa de felicidad por
saber que una nueva vida se está gestando en nuestro interior. Conseguirlo
quizá ha sido fácil y rápido, o por el contrario, un proceso largo y a veces duro
(como los embarazos logrados gracias a técnicas de reproducción asistida), pero
cuando nos lo confirman, es casi imposible no dejarse llevar por estas
sensaciones de felicidad y plenitud. David Chamberlain lo llama “la maravilla
del vínculo afectivo”: “Cuando tiene lugar la concepción, los padres dirigen
sus pensamientos de forma natural hacia el futuro bebé.
Incluso cuando inicialmente están sorprendidos por el
embarazo (caso bastante frecuente), normalmente se adaptan con rapidez a la
nueva situación, abrazan al bebé emocionalmente, lo celebran y empiezan a
organizar sus vidas en función de este gran acontecimiento. El término
científico utilizado para este proceso es el de crear vínculos”.1
La confianza se nos escapa
Aunque no se suele pensar que vaya a ocurrir nada malo, es
posible, sobre todo en personas que han tardado en conseguir este primer
embarazo, que la gestación se viva con precaución y alerta a la vez. Pero
cuando se ha tenido una pérdida por un aborto temprano, con el que normalmente
no habíamos contado, un siguiente embarazo se convierte en algo totalmente
diferente. Cambia la percepción de seguridad,
de control sobre nosotras mismas, y se caracteriza por un aumento de la
ansiedad, que puede continuar tras el nacimiento, manifestándose en conductas
de sobreprotección con el nuevo hijo.
Es muy probable que nada de lo que haya hecho haya influido
en el fatal desenlace, pero, por lo general, la mujer vive y siente que ha
fallado en algo. De repente cree que su cuerpo no funciona porque no ha
conseguido llegar al final de un proceso natural, espontáneo y fácil.
Parece que todo el mundo puede tener hijos sin problemas, y
se pregunta:“¿Y por qué yo no?”.
Un seguimiento amable
Tener un nuevo embarazo después de una pérdida supone un
desgaste físico y emocional tremendo. Los sentimientos de miedo, ansiedad, ira
y falta de control se irán alternando con los de felicidad, esperanza y
alegría. Es posible que la mujer no se atreva a dejarse llevar por esa
felicidad por el temor de que le vuelva a suceder lo mismo. Estas sensaciones
pueden extenderse al resto de la familia.
Sin duda, la mujer es la protagonista involuntaria de esta
situación altamente estresante. Sin quererlo, le vendrán a la cabeza
pensamientos que relacionarán el actual embarazo con el anterior. Habrá fechas
que vivirá con angustia. Por ejemplo, si en la primera ocasión supo de la
pérdida en la ecografía de las 12 semanas, cuando se la vayan a hacer en el
segundo embarazo, sentirá una angustia tremenda, revivirá lo que sucedió, incluso
las actividades que realizó en aquel entonces (si trabajaba, si hacía deporte,
si comió queso…). Absolutamente todo será motivo de preocupación. Por este
motivo, “en un 50% de los casos el control prenatal lo efectúan profesionales
distintos a los de la anterior gestación, no por insatisfacción, sino para
evitar asociaciones con la experiencia anterior”.2
Hasta hace poco, las pérdidas de embarazos tempranos
(término acuñado en http://superandounaborto.foroactivo.com) se trataban como
algo espontáneo, natural y oculto. Muchas mujeres escuchan frases como: “Tú
tranquila, es normal. Si tu cuerpo lo ha rechazado, por algo será”. O más
terrible aún, el famoso “legrado, nuevo embarazo”. Esto, al menos, está
cambiando.
El especialista debe actuar con tacto: “La susceptibilidad y
el miedo están a flor de piel. Una mujer con un Ed2P (embarazo después de dos
pérdidas), no puede pasar por la tortura de que el/la ecografista vaya poniendo
caras, sin decir nada o comentando ‘A ver dónde está el latido que no lo encuentro...’.
Es demasiado insoportable”.3 Durante unos minutos la madre siente que su bebé
quizá es como un copo de nieve que puede desaparecer en cualquier momento. La
mujer necesita saber, no tener tiempos muertos sin respuesta.
Las pruebas del embarazo se convierten en un calvario porque
siente que se la examina continuamente. Son situaciones muy dolorosas. Las
cosas están cambiando, pero queda mucho por hacer.
Notas
1 Chamberlain D La mente del bebé recién nacido. Editorial
Ob Stare
2 Rozas MR, Francés L Maternidad tras una muerte perinatal.
En www.federacion-matronas.org/revista/matronas-profesion
3 Álvarez M, Carrascosa L, Claramunt MA, Silvente C Las
voces olvidadas. Pérdidas gestacionales tempranas.Editorial Ob Stare
Los frutos de tener tiempo para asimilarlo
Cuando un embarazo se trunca, el modo de abortarlo
médicamente influye no solo en cómo la mujer siente su cuerpo y asimila la
experiencia, sino también en cómo vivirá su siguiente embarazo.
Cuando en la ecografía se descubre que el bebé ya se ha ido
(aborto diferido o no hay latido), una forma de abordarlo es explicar a la
mujer que se puede esperar, que no hace falta hacer un legrado urgente, salvo
si hay complicaciones graves: infección con fiebre, hemorragia y dolor intenso.
En la mayoría de los casos, no hay nada que impida dar a la
mujer la oportunidad de elegir, de dejar a su cuerpo actuar y que empiecen las
contracciones a un ritmo natural, permitiendo así la generación de endorfinas y
oxitocina natural, sin hospitalización, aunque con supervisión médica. En estas
circunstancias, la mujer va a realizar un duelo de ese bebé mucho más sanador.
De este modo, la madre podrá despedirse de su bebé, sentir
que su cuerpo sí funciona, que hace lo que debe hacer. Este proceso de “empoderamiento”
le proporcionará una gran confianza en sí misma que hará más fácil un futuro
embarazo.
Cuando necesitamos ayuda
Cada mujer tiene unas circunstancia vitales diferentes, un
acompañamiento familiar particular, y unas posibilidades y herramientas propias
para superar el duelo por esa primera pérdida.
Una mujer puede llegar a un nuevo embarazo con un arsenal
propio de supervivencia o puede carecer de él. Es vital que sea consciente de
su situación y valore si necesita acompañamiento profesional.
Si es necesario, es recomendable que busque un psicólogo
formado y con experiencia en psicología perinatal, o que encuentre ayuda a
través de redes como http://psicoterapiaperinatal.blogspot.com
PERÍODOS SENSIBLES
Se ha hablado mucho de la depresión posparto, pero ahora se
sabe que la depresión es más frecuente durante el último trimestre del embarazo
por el aumento de ciertas sustancias (citoquinas proinflamatorias). Si a esto
le sumamos la ansiedad y el estrés añadidoque se vive en el embarazo después de
una pérdida, se recomienda permanecer alerta durante un tiempo, ya que la
depresión es una enfermedad grave.
SÍNTOMAS TEMPORALES
Los estudios de Schiwebert y Kirk describen la aparición de
cansancio físico severo y la presencia de otros síntomas como presión en el
pecho, necesidad de respirar profundamente, palpitaciones, molestias gástricas,
pérdida de apetito y trastornos del sueño (insomnio, pesadillas...), como
respuestas normales en este proceso de duelo. Así se permite al organismo
experimentar el dolor y la pérdida, pero esta sintomatología debe ser temporal
y desaparecer con el tiempo. En caso contrario, sería recomendable consultar al
psicólogo perinatal.
LA NOTA POSITIVA
Aunque sea un período duro, difícil, y a veces
incomprendido, podemos intentar mitigar estos efectos y disfrutar del embarazo
y de nuestro bebé:
Trata de vincularte con tu bebé durante el embarazo.
Vincularse a una vida que percibimos tan frágil puede dar miedo, pero así él
sabrá que estás ahí. Háblale, explícale cómo te sientes y por qué. Cántale, sal
a pasear sola o acompañada. Busca compañía, protección, y profesionales que te
entiendan y sepan valorar tu situación. Rodéate de amigos y familiares que te
arropen y comprendan.
Quiérete, disfruta de ti misma, reconoce y acepta tu dolor
como algo lógico y normal. Puedes darle un color, una forma, dibujarlo o hacer
una escultura de arcilla. Todo esto te ayudará a ir comprendiendo cómo estás
por dentro.
Cuando nazca tu bebé, empápate de él, de su olor, de su
tacto, pasad mucho tiempo pegados piel con piel. Déjate llevar por una crianza
sin relojes. Busca ayuda con la comida y con la casa. Y recuerda que la
lactancia materna tiene un efecto protector frente a la ansiedad, ya que
disminuye el cortisol y favorece la vinculación.
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