viernes, 6 de septiembre de 2013

Otros cambios frecuentes durante el embarazo




Una mujer embarazada tiene como tarea gestar a un bebé que pueda crecer y con el tiempo reproducirse. Este es el fin último de la gestación. Para poder hacerlo la mujer desempeña tres funciones básicas durante el embarazo: nutrir, proteger y transportar a su cría. Estas necesidades van a seguir presentes para los bebés una vez nacidos y, por tanto, estas funciones continuarán posteriormente con la lactancia y la crianza. Los cambios que la mujer experimenta en su cuerpo durante el embarazo tienen por objetivo facilitarle la realización de estas funciones. Todos los cambios tienen un sentido y suponen una ventaja para la supervivencia de la especie o la supusieron en algún momento.
A veces, el pudor o los tabúes sociales nos impiden preguntar ciertas cosas, no sólo a los profesionales de la salud, si no tal vez también a nuestras hermanas o madres. Por eso te animamos a comentar con tus más allegadas todos estos cambios de los que apenas se habla y constatar que son frecuentes y normales.
 
  • Hiperventilación, mareo y bajada de tensión: La gestación requiere un aporte continuado de nutrientes y oxígeno a través de la placenta. Para ello aumentan los glóbulos rojos encargados del transporte del oxígeno y el volumen plasmático (lo que da lugar a la falsa anemia de la embarazada). El incremento sanguíneo supone un aumento del esfuerzo cardiaco y éste se traduce en un ligero incremento del tamaño cardiaco como el que se observa en personas sometidas a un entrenamiento físico intenso.
    La mujer embarazada necesita aumentar el volumen respirado por minuto y esta hiperventilación puede provocar mareo y la característica respiración con profundos suspiros. Para garantizar que la sangre llegue sin problemas a la placenta se produce una disminución de las resistencias vasculares periféricas que provocan una disminución de la tensión arterial en el primer y segundo trimestre.
  • Necesidad de orinar con más frecuencia: El riñón es uno de los órganos que va a ver incrementada su actividad, además de aumentar su tamaño. Al aumentar el volumen sanguíneo, el riñón trabaja más. Por otra parte, el riñón tiene que filtrar el material de desecho de la madre, y el del feto. Además, durante el primer trimestre de embarazo, la vejiga queda aprisionada entre el útero que crece y el hueso púbico. Por eso uno de los primeros síntomas que notarás es que necesitas orinar con más frecuencia. Durante el segundo trimestre, el útero sale de la cavidad pélvica, por lo que encuentra más espacio y es posible que disminuyan tus visitas al baño. En cambio, en el tercer trimestre, tu vejiga se verá de pronto aprisionada por la cabeza del bebé, por lo que notarás nuevamente más ganas de orinar, aunque seguramente lo harás en pequeñas cantidades.
    “Supe que estaba embarazada el mismo día de mi primera falta. Me desperté por la noche a hacer pis y eso no era normal… No aguanté y a las 5 a.m me hice el test, sabiendo que el resultado sería positivo. Y lo fue!!”
    “El último trimestre me llegué incluso a enfadar con mi vejiga. No podía comprender como era posible tener que ir con tanta frecuencia al baño y no hacer más que cuatro gotas, era desesperante!!”
  • Sensibilidad olfativa: Casi todas las mujeres notan una sensibilidad en cuanto a olores durante su gestación. Seguramente has notado que hay ciertos olores que ahora te desagradan. El olor a pescado suele ser el más rechazado por las embarazadas, así como también el del café y ciertos productos de limpieza. Se cree que es un mecanismo que tiene el cuerpo para evitar sustancias que podrían ser nocivas durante la gestación. Escucha a tu cuerpo, él te dirá lo que necesita.
    La forma en que el cuerpo metaboliza los nutrientes es distinta cuando estás embarazada. Así, durante la primera mitad del embarazo, el metabolismo de la mujer se vuelve “ahorrativo”, almacenando en forma de grasa las calorías consumidas. Los procesos se hacen más lentos, tanto los cognitivos como los digestivos, por eso en esta primera mitad del embarazo la mujer ve disminuidas sus energías: tiene más sueño, está más cansada, le cuesta más concentrarse… Piensa que todo esto son estrategias que tiene tu cuerpo para un mejor crecimiento de tu bebé.
    Las hormonas placentarias son las responsables de todos los cambios en el aparato digestivo. Debes saber que estos síntomas, aunque molestos, son el modo que tiene tu cuerpo de asimilar los nutrientes de forma más eficaz.
  • Encías: El interior de la boca de las embarazadas también sufre cambios. Es muy común notar que las encías te sangran mucho más al cepillarte los dientes, esto se debe al aumento del flujo sanguíneo durante la gestación. No debes preocuparte a no ser que además, notes las encías muy inflamadas y te duelan. En ese caso puede tratarse de gingivitis, muy normal también en las embarazadas. Para prevenir la gingivitis, debes limpiar tu boca correctamente: cepillado de dientes y boca después de cada comida, enjuagues bucales e incluso una limpieza en el dentista. Si estás muy molesta no dejes de visitar al dentista y coméntale tus síntomas sin olvidar mencionarle tu embarazo. Es muy importante que el profesional sepa que estás embarazada.
  • Problemas odontológicos: El aumento del grado de acidez de la saliva aumenta la incidencia de caries y otros problemas odontológicos durante el embarazo. Un pH ácido es agresivo para el esmalte dental pero tiene la ventaja de ser letal para los microorganismos que se pueden introducir en la boca con la alimentación.
  • Sensibilidad en la boca y aumento de salivación: La salivación se incrementa para facilitar la digestión, que se vuelve más lenta durante el embarazo. Los vómitos que sufren algunas embarazas, al ser tan ácidos, hacen que la boca se vuelva mucho más sensible. Por último, respirar por la boca para aumentar el volumen respirado y en caso de congestión nasal que puede sufrir la mujer durante el embarazo, también afecta a la sensibilidad de la boca.
  • Nauseas y vómitos: Durante el primer trimestre es muy probable que sientas las famosas nauseas e incluso que vomites. Se cree que son las hormonas placentarias (gonadotropina coriónica humana y progesterona) las mayores responsables de estos molestos síntomas. Tu cuerpo está reaccionando a muchos cambios y tu aparato digestivo se vuelve más lento, además tu olfato se ha vuelto más sensible y descubre una gama de olores que pueden resultar molestos. Por lo general, estos síntomas suelen desaparecer pasado el primer trimestre aunque en algunas mujeres perduran durante el segundo y tercer trimestre. La sabiduría popular dice que ayuda el comer poca cantidad varias veces al día, escuchando lo que el cuerpo te pida en cada momento.
    Un miedo muy común en aquellas mujeres que vomitan en estos primeros meses es el saber si le están pasando nutrientes suficientes a sus bebés. Numerosos estudios demuestran que madres con estos síntomas, paren hijos igual de sanos y con pesos semejantes a las que no los padecen o lo hacen en menor grado.
    “Durante casi tres meses sentí nauseas por la mañana, pero se me pasaban cuando desayunaba. Lo peor era que de pronto había alimentos que no los quería ni ver, y otros que me sentaban mal. Cuando me paré a escuchar lo que me pedía el cuerpo, mejoré muchísimo.”
    “Lo vomitaba todo. Absolutamente todo. Me preocupaba no estar pasándole nutrientes a mi bebé, pues todos se iban por el desagüe, pero mi matrona me explicó que el cuerpo es sabio y acumula lo necesario para el bebé
  • Estreñimiento: La hormona progesterona hace los procesos digestivos más lentos, reduciendo el tono y la motilidad gastrointestinal. Además, a medida que crece tu bebé, tus intestinos se verán más aprisionados, dificultando el tránsito intestinal. Una dieta rica en fibra, vegetales y frutas (cuanto más crudos mejor) y beber mucho líquido puede ayudarte si estás estreñida. Si el problema persiste y además tienes dolores intestinales, no dejes de acudir a tu matrona. Ella sabrá ayudarte.
  • Acidez: otra de las consecuencias de las hormonas placentarias puede ser la acidez. Esto se debe, como hemos comentado, a la ralentización de los procesos digestivos y a la relajación de los músculos que intervienen en ellos, como ocurre con el anillo muscular que hay entre el esófago y el estómago. Esta relajación muscular hace que los ácidos del estómago y parte de la comida digerida refluyan hacia el esófago produciendo la llamada acidez. Es un síntoma que se acentúa en el último trimestre de embarazo, aunque muchas mujeres lo tienen también o sólo, al principio del mismo. Será tu cuerpo quien te vaya indicando qué alimentos y bebidas te causan acidez.
“No podía tomar nada demasiado industrial pues después me ardía el estómago.”
“A mí me venía bien tomar agua con gas antes y durante las comidas.”
 
  • Gases: La progesterona hace los procesos digestivos más lentos, porque reduce el tono y la motilidad gastrointestinal para permitir la absorción de los nutrientes de una forma más eficaz.
  • Estrías: Las estrías se producen como consecuencia de lesiones en la parte más profunda de la piel, en las fibras de colágeno y elastina. En un principio se manifiestan unas líneas rojizas que, más tarde, se tornarán de un color blanco-transparente.
    Las estrías suelen aparecer en la adolescencia y el embarazo, así como en periodos de cambios bruscos de peso (y volumen). No son nocivas en ningún caso, aunque es algo que muchas embarazadas temen tener.   
¿Cómo prevenir su aparición? Encuestadas muchas mujeres, la conclusión a la que llegamos es que depende de cada mujer. Muchas comentan que se embadurnaban de buenas cremas anti-estrías durante todo el embarazo y aún así les salieron. Otras manifiestan que apenas se cuidaron y no les salió ni una. Perece ser que la genética juega un papel muy importante en esto, así como una alimentación rica en verduras, cereales y fruta, que hacen los tejidos más elásticos.
  • Varices y Hemorroides: Se producen por la dificultad de retorno que tiene la sangre que circula por las venas de los miembros inferiores y pélvicos. El útero comprime estos vasos a su paso por la pelvis, provocando que la sangre quede retenida y aumentando el tamaño de las venas. Las varices pueden aparecer tanto en las piernas como en la vulva. Las hemorroides son un tipo de varices situadas en el canal anal que pueden verse agravadas por el estreñimiento.
  • Aumento del olor vaginal: Muchas mujeres comentan que durante el embarazo notan que aumenta su olor vaginal. Esto se puede deber a varios motivos. Primero, hay que descartar, por supuesto, que sea algún tipo de infección, que suele venir con otros síntomas: picor, escozor, enrojecimiento de la vagina. Si temes que pueda ser infección, no dejes de acudir a tu matrona, pues ella te realizará o derivará las pruebas pertinentes.
    Durante la gestación hay un aumento de las secreciones vaginales, y puede ser que notes tus braguitas más húmedas. Recuerda, además, que tu olfato está más sensible y puede ser que ahora percibas más el olor típico de tu vagina.
    Durante el embarazo es normal tener pequeñas pérdidas de orina. Esto es debido a los cambios hormonales, las mucosas de nuestro cuerpo sufren una transformación y se esponjan. También, a medida que el bebé crece, va presionando nuestra vejiga, lo que además provoca que aumenten tus ganas de orinar. Esto es algo que no se puede evitar, pero puedes reforzar toda la musculatura practicando los ejercicios de Kegel que te explicamos aquí (enlace).
    Además, hay ciertos alimentos que parece ser que irritan la vejiga, como son los cítricos, comidas muy condimentadas y/o picantes, bebidas gaseosas y cafeína. Si las necesidades de tu cuerpo te lo permiten, haz la prueba de eliminarlos de tu dieta y comprueba si hay mejoría.
    “Le pregunté a mi matrona si era normal tener pérdidas de orina tan temprano, (apenas estaba de un mes) y me contestó que sí. Me quedé más tranquila, pero ahora creo que debería reforzar el suelo pélvico”
    Un consejo: No uses desodorantes vaginales o abuses del jabón íntimo. La flora de tu vagina se puede ver alterada y ser más propensa a infecciones y hongos. Trata de usar braguitas de algodón y pantalones no muy apretados de material no sintético.
  • Aumento del olor corporal: Algunas mujeres embarazadas manifiestan que su sudor huele más. Esto se debe a la acción de las hormonas y a que nuestro olfato está más sensible. No hay nada de malo en ello, aunque si te incomoda, puedes ducharte más a menudo. Evita usar desodorantes antitranspirantes pues éstos obstruyen las glándulas sudoríparas. Algunas mujeres notan mejoría al retirar ciertos alimentos de su dieta, como el azúcar refinada, harinas blancas y otros alimentos procesados. Una dieta rica en vegetales, cereales y fruta, parece mejorar este problemilla.
  • Ronquidos: Durante la gestación, las mucosas del aparato respiratorio se esponjan, estrechando las vías respiratorias. Esto hace que muchas mujeres, sobretodo en su segundo y tercer trimestre de embarazo noten que han empezado a roncar
“Hacia el final del embarazo, mi chico me dijo que había empezado a roncar. Yo no me lo creía hasta que me grabó el sonido con el teléfono y tuve que aceptar que roncaba como una leona marina. Cuando nació el mayor, dejé de roncar, pero en este nuevo embarazo, he vuelto a las andadas”
  • Caídas: Durante el embarazo muchas mujeres se encuentran más inestables, llegando incluso a caerse. Durante el embarazo, tu cuerpo produce una hormona llamada relaxina, la cual se cree que ayuda a preparar al área del pubis y a la matriz para el nacimiento del bebé. La relaxina relaja los ligamentos de tu cuerpo haciéndote menos estable y más propensa a lesionarte. Por ello, es fácil estirarse de más o lesionarse algún músculo, especialmente en las articulaciones de tu pelvis, en la parte baja de tu espalda y en las rodillas.
    Esto puede ocurrir por varios motivos: nuestro centro de gravedad cambia a media que progresa el embarazo, la elastina hace que nuestras articulaciones estén más flexibles, por lo que es más fácil caerse.
    Importante: Muchas mujeres, tras caerse, temen que al bebé le haya podido pasar algo. Los profesionales a los que hemos preguntado nos comentan que el bebé está muy protegido dentro de la bolsa y rodeado de líquido amniótico. La caída debe ser muy importante para que al bebé llegue a sufrir un daño. Por suerte, nuestro instinto hace que protejamos nuestra tripa. La mujer debería ir al médico si nota un sangrado, un dolor agudo, pérdida de líquido amniótico o si está muy asustada por la salud de su bebé.
  • Libido: Durante el embarazo la libido también varía. Hay mujeres que comentan que durante todo su embarazo notaron que su libido había subido y otras que en cambio apenas tenían ganas de sexo. La mayoría cuentan que es hacia el final del embarazo dónde notaron la mayor subida. Muchas comentan que sus orgasmos son más placenteros. La evidencia científica demuestra que el sexo durante el embarazo es muy saludable. Varios de los hombres entrevistados comentan que durante el embarazo, ellas, perdieron el interés en el sexo.
    “En el embarazo del primero, al principio, no me apetecía apenas hacer el amor… pero hacia el final… hasta me despertaba por las noches!! Por no molestar a mi chico, me iba a otra habitación y me masturbaba… era un necesidad”.
    “Mi chico estuvo los 9 meses de embarazo sin tocarme un pelo, yo creía que le mataba… si yo estaba deseándolo día y noche”.
    “Este es mi primer embarazo. La verdad es que no me apetece mucho acostarme con mi marido, pero admito que los orgasmos son fantásticos estando embarazada”.
Bibliografía:
  • “Maternidad y Parto. Nuestras ancestras y nosotras”. Varios Autores. Editorial:  CENIEH. Junta de Castilla y León
  • “Embarazo y parto para torpes. Todo lo que necesitas saber”. Emilio Santos Leal. Editorial:  Oberon Práctico 2011

El embarazo tras una pérdida gestacional




Autora: Diana Sánchez, Psicóloga perinatal y sexóloga. Coordinadora del Grupo de Psicología Perinatal del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid.

Publicado originalmente en: Revista El Mundo de Tu Bebé, Nº 227

El embarazo después de una pérdida temprana producida por un aborto espontáneo es quizá uno de los momentos del ciclo vital de la mujer en el que más ansiedad, miedo, inseguridad y falta de control va a sentir. Paradójicamente, las mujeres que viven esta realidad están muy poco arropadas y acompañadas, tanto por sus familias como por el sistema sanitario y el entorno social. Es algo frecuente, pero no se habla de ello. Es un tema tabú.

Cuando nos quedamos embarazadas por primera vez, ponemos en ello todas nuestras energías. Lo vivimos con ilusión y algo de incertidumbre; saber que albergamos a un bebé en nuestro útero nos llena de una vitalidad y alegría desbordantes que prácticamente nunca antes habíamos experimentado.

Habitualmente, este primer embarazo se vive como la subida a una nube. Creemos que se nos nota a simple vista la sonrisa de felicidad por saber que una nueva vida se está gestando en nuestro interior. Conseguirlo quizá ha sido fácil y rápido, o por el contrario, un proceso largo y a veces duro (como los embarazos logrados gracias a técnicas de reproducción asistida), pero cuando nos lo confirman, es casi imposible no dejarse llevar por estas sensaciones de felicidad y plenitud. David Chamberlain lo llama “la maravilla del vínculo afectivo”: “Cuando tiene lugar la concepción, los padres dirigen sus pensamientos de forma natural hacia el futuro bebé.

Incluso cuando inicialmente están sorprendidos por el embarazo (caso bastante frecuente), normalmente se adaptan con rapidez a la nueva situación, abrazan al bebé emocionalmente, lo celebran y empiezan a organizar sus vidas en función de este gran acontecimiento. El término científico utilizado para este proceso es el de crear vínculos”.1

La confianza se nos escapa
Aunque no se suele pensar que vaya a ocurrir nada malo, es posible, sobre todo en personas que han tardado en conseguir este primer embarazo, que la gestación se viva con precaución y alerta a la vez. Pero cuando se ha tenido una pérdida por un aborto temprano, con el que normalmente no habíamos contado, un siguiente embarazo se convierte en algo totalmente diferente. Cambia la percepción de seguridad,  de control sobre nosotras mismas, y se caracteriza por un aumento de la ansiedad, que puede continuar tras el nacimiento, manifestándose en conductas de sobreprotección con el nuevo hijo.

Es muy probable que nada de lo que haya hecho haya influido en el fatal desenlace, pero, por lo general, la mujer vive y siente que ha fallado en algo. De repente cree que su cuerpo no funciona porque no ha conseguido llegar al final de un proceso natural, espontáneo y fácil.

Parece que todo el mundo puede tener hijos sin problemas, y se pregunta:“¿Y por qué yo no?”.

Un seguimiento amable
Tener un nuevo embarazo después de una pérdida supone un desgaste físico y emocional tremendo. Los sentimientos de miedo, ansiedad, ira y falta de control se irán alternando con los de felicidad, esperanza y alegría. Es posible que la mujer no se atreva a dejarse llevar por esa felicidad por el temor de que le vuelva a suceder lo mismo. Estas sensaciones pueden extenderse al resto de la familia.

Sin duda, la mujer es la protagonista involuntaria de esta situación altamente estresante. Sin quererlo, le vendrán a la cabeza pensamientos que relacionarán el actual embarazo con el anterior. Habrá fechas que vivirá con angustia. Por ejemplo, si en la primera ocasión supo de la pérdida en la ecografía de las 12 semanas, cuando se la vayan a hacer en el segundo embarazo, sentirá una angustia tremenda, revivirá lo que sucedió, incluso las actividades que realizó en aquel entonces (si trabajaba, si hacía deporte, si comió queso…). Absolutamente todo será motivo de preocupación. Por este motivo, “en un 50% de los casos el control prenatal lo efectúan profesionales distintos a los de la anterior gestación, no por insatisfacción, sino para evitar asociaciones con la experiencia anterior”.2

Hasta hace poco, las pérdidas de embarazos tempranos (término acuñado en http://superandounaborto.foroactivo.com) se trataban como algo espontáneo, natural y oculto. Muchas mujeres escuchan frases como: “Tú tranquila, es normal. Si tu cuerpo lo ha rechazado, por algo será”. O más terrible aún, el famoso “legrado, nuevo embarazo”. Esto, al menos, está cambiando.

El especialista debe actuar con tacto: “La susceptibilidad y el miedo están a flor de piel. Una mujer con un Ed2P (embarazo después de dos pérdidas), no puede pasar por la tortura de que el/la ecografista vaya poniendo caras, sin decir nada o comentando ‘A ver dónde está el latido que no lo encuentro...’. Es demasiado insoportable”.3 Durante unos minutos la madre siente que su bebé quizá es como un copo de nieve que puede desaparecer en cualquier momento. La mujer necesita saber, no tener tiempos muertos sin respuesta.

Las pruebas del embarazo se convierten en un calvario porque siente que se la examina continuamente. Son situaciones muy dolorosas. Las cosas están cambiando, pero queda mucho por hacer.

Notas
1 Chamberlain D La mente del bebé recién nacido. Editorial Ob Stare
2 Rozas MR, Francés L Maternidad tras una muerte perinatal. En www.federacion-matronas.org/revista/matronas-profesion
3 Álvarez M, Carrascosa L, Claramunt MA, Silvente C Las voces olvidadas. Pérdidas gestacionales tempranas.Editorial Ob Stare


Los frutos de tener tiempo para asimilarlo
Cuando un embarazo se trunca, el modo de abortarlo médicamente influye no solo en cómo la mujer siente su cuerpo y asimila la experiencia, sino también en cómo vivirá su siguiente embarazo.
Cuando en la ecografía se descubre que el bebé ya se ha ido (aborto diferido o no hay latido), una forma de abordarlo es explicar a la mujer que se puede esperar, que no hace falta hacer un legrado urgente, salvo si hay complicaciones graves: infección con fiebre, hemorragia y dolor intenso.
En la mayoría de los casos, no hay nada que impida dar a la mujer la oportunidad de elegir, de dejar a su cuerpo actuar y que empiecen las contracciones a un ritmo natural, permitiendo así la generación de endorfinas y oxitocina natural, sin hospitalización, aunque con supervisión médica. En estas circunstancias, la mujer va a realizar un duelo de ese bebé mucho más sanador.
De este modo, la madre podrá despedirse de su bebé, sentir que su cuerpo sí funciona, que hace lo que debe hacer. Este proceso de “empoderamiento” le proporcionará una gran confianza en sí misma que hará más fácil un futuro embarazo.
Cuando necesitamos ayuda
Cada mujer tiene unas circunstancia vitales diferentes, un acompañamiento familiar particular, y unas posibilidades y herramientas propias para superar el duelo por esa primera pérdida.
Una mujer puede llegar a un nuevo embarazo con un arsenal propio de supervivencia o puede carecer de él. Es vital que sea consciente de su situación y valore si necesita acompañamiento profesional.
Si es necesario, es recomendable que busque un psicólogo formado y con experiencia en psicología perinatal, o que encuentre ayuda a través de redes como http://psicoterapiaperinatal.blogspot.com

PERÍODOS SENSIBLES
Se ha hablado mucho de la depresión posparto, pero ahora se sabe que la depresión es más frecuente durante el último trimestre del embarazo por el aumento de ciertas sustancias (citoquinas proinflamatorias). Si a esto le sumamos la ansiedad y el estrés añadidoque se vive en el embarazo después de una pérdida, se recomienda permanecer alerta durante un tiempo, ya que la depresión es una enfermedad grave.

SÍNTOMAS TEMPORALES
Los estudios de Schiwebert y Kirk describen la aparición de cansancio físico severo y la presencia de otros síntomas como presión en el pecho, necesidad de respirar profundamente, palpitaciones, molestias gástricas, pérdida de apetito y trastornos del sueño (insomnio, pesadillas...), como respuestas normales en este proceso de duelo. Así se permite al organismo experimentar el dolor y la pérdida, pero esta sintomatología debe ser temporal y desaparecer con el tiempo. En caso contrario, sería recomendable consultar al psicólogo perinatal.

LA NOTA POSITIVA
Aunque sea un período duro, difícil, y a veces incomprendido, podemos intentar mitigar estos efectos y disfrutar del embarazo y de nuestro bebé:
Trata de vincularte con tu bebé durante el embarazo. Vincularse a una vida que percibimos tan frágil puede dar miedo, pero así él sabrá que estás ahí. Háblale, explícale cómo te sientes y por qué. Cántale, sal a pasear sola o acompañada. Busca compañía, protección, y profesionales que te entiendan y sepan valorar tu situación. Rodéate de amigos y familiares que te arropen y comprendan.
Quiérete, disfruta de ti misma, reconoce y acepta tu dolor como algo lógico y normal. Puedes darle un color, una forma, dibujarlo o hacer una escultura de arcilla. Todo esto te ayudará a ir comprendiendo cómo estás por dentro.

Cuando nazca tu bebé, empápate de él, de su olor, de su tacto, pasad mucho tiempo pegados piel con piel. Déjate llevar por una crianza sin relojes. Busca ayuda con la comida y con la casa. Y recuerda que la lactancia materna tiene un efecto protector frente a la ansiedad, ya que disminuye el cortisol y favorece la vinculación.