martes, 16 de abril de 2013

El Porteo; La importancia del porteo en los bebés






La Importancia del PORTEO :

• ¿Qué es el porteo?
El porteo es una forma de llevar a nuestros hijos encima, próximos a nuestros cuerpos calientes. El porteo podría definirse como un arte, un arte ancestral que el ser humano lleva practicando desde los tiempos de las cavernas.

Si damos un pequeño paseo por nuestra Madre Tierra podemos observar como las madres y familias de todas las culturas portan a sus hijos en cargadores distintos, algunos complejos como los Amauti (portabebés de los esquimales) que encontramos en Alaska, Groenlandia y Canadá, otros más simples hechos con nervio de palmera como los Yanomami del Amazonas, pasando por los rebozos de México, los bei dao de China, los paños de colores vivos en África, y podríamos detenernos a observar como cada tribu, cada comunidad indígena tiene un portabebés que se adapta a su estilo de vida, a sus necesidades y climatología.
Por tanto podríamos decir que el porteo es más que un arte, es una forma de vivir la crianza de nuestros hijos, una forma de crianza que nuestras ancestrales nos han legado.

Como hemos comentado el porteo es un arte que nuestras antecesoras nos han legado, pero como muchos otros aspectos culturales se ha ido perdiendo, olvidando. En los años 70, junto con el resurgimiento del parto natural, la lactancia materna… también se empezó a tener en cuenta la importancia del tacto y contacto para los seres humano, así pues en Alemania se empezaron a fabricar, distribuir y fomentar los portabebés, sin duda una herramienta clave para este estilo de crianza más natural.
Si nos paramos unos minutos a pensar cómo vive el bebé antes de nacer y justo después, si observamos la situación quizás podamos reflexionar sobre ella, y entender por qué es tan importante el porteo.
El bebé pasa nueve meses recogido dentro de la panza de su mamá, mecido dulcemente por el líquido amniótico como suaves olas que acompañan una barquita en el mar, está a una temperatura constante, sin pasar frío ni calor, es alimentado constantemente por el cordón umbilical, fiel compañero que nunca le abandona, juega con él, lo muerde, lo toca, como un niño pequeño jugando con su pelota roja favorita, el bebé escucha sin cesar y a lo largo de 24 horas durante 9 meses un curioso sonido, un bum bum, bum bum: ¡el corazón de su mamá!
Pensemos por un instante que estamos con los ojos vendados durante un buen rato, no vemos nada, está casi oscuro, ¡y de golpe nos quitan la venda y nos ponen a pleno sol! Así se siente un bebé al nacer, entre focos, luces fuertes que le ciegan, no sabe dónde está, se siente perdido.
Imaginemos otra situación, es invierno, estamos en casa después del trabajo, relajados tomando un baño caliente, contemplando las pompitas de jabón, estamos tumbados, el agua nos cubre casi hasta las orejas, nuestro cuerpo flota sobre el agua caliente, mmm qué dulce sensación, ¡¡¡de golpe nos sacan de la bañera y nos dejan en medio del pasillo, mojados, húmedos y tiritando!!! Así se siente un bebé al nacer cuando lo cogen de la cabeza, las piernas, no menean y lo dejan sobre una camilla.
Los bebés son seres humanos que han pasado toda su vida terrenal creciendo dentro de la barrigota de su mamá, de golpe un buen día se encuentran sintiendo por primera vez la fuerza de la gravedad en sus cuerpos, el frío, el calor, el hambre, ¿Dónde está el bum bum??? ¿Qué pasó???? Si a un bebé recién nacido nada más nacer se le deja sobre el cuerpo caliente y palpitante de su mamá su llegada al mundo es mucho más placentera y si su mamá, papá y familia lo sostienen durante sus primeros meses de vida dentro de un portabebés, reproduciendo esta casita uterina donde él vivía, seguro que su experiencia del mundo será mucho más bonita.
Un bebé llevado en portabebés se siente seguro, mecido, acompañado y cerca del pecho chorreante de leche de su mamá, y las mamás, a su vez, sentimos que podemos leer, podemos comer, cocinar y salir a dar un paseo tranquilamente sin contar horarios, ni escuchar llantos, ni gritos desgarradores, pues un bebé cargado desde el primer día de nacer apenas llora, apenas sentirá dolores de tripita, pues el cuerpo caliente de su mamá y el movimiento calmarán su barriguita que empieza a funcionar, digerir y sintetizar alimento por primera vez.
Las mamás que cargamos a nuestros hijos estamos más relajadas, besamos y tocamos más a nuestros pequeños, les ofrecemos más veces el pecho, y la lactancia se refuerza tan sólo por el hecho de estar cerca, juntos. El bebé es tocado y mirado muchas veces que si es llevado en un cochecito, si duerme en un portabebés con su mamá o papá duerme más rato y sin despertarse cosa que no sucede cuando se le mece en una cuna, y se va despertando, llorando, hay que cogerlo, volverlo a dejar, es más cansado, más pesado y las mamás terminan un poco “hartas” de esta situación, pensando ¡“este bebé no duerme nunca”! Con un portabebés en casa los nervios, los enfados, la ansiedad va desapareciendo, la casa se va llenando de paz y armonía, de libertad, de amor.

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